8 jul 2013

Masculino y femenino


Existen dos fuerzas en el Universo y en el Ser Humano que deben funcionar de igual a igual para que haya equilibrio:

              - Energía masculina, o el arte del movimiento, de la acción.

              - Energía femenina, o el arte de dejar que las cosas sucedan.


  En la agricultura tenemos un claro ejemplo del funcionamiento de estas dos fuerzas: para recoger los frutos, primero hay que preparar, arar, sembrar, regar el campo,etc.. (la acción); después, pacientemente, hay que esperar a que crezca la siembra (aunque hagamos pequeñas acciones que ayuden durante esta parte del proceso), esto sería una espera activa o dejar que las cosas ocurran. Si escarbamos la tierra antes de hora en busca de los frutos, lo más probable es que destruyamos la cosecha.
  
  En el Yoga ocurre lo mismo: para realizar una asana, debemos poner en marcha estas dos fuerzas:
  
     - primero, debemos ejecutar la asana, entrar en ella; la acción.
     - segundo, debemos dejar que la asana ocurra en nosotros, que se realice a si misma en nosotros, sin
       forzarla. Aquí, el elemento esencial es la respiración, que nos ayuda a centrarnos y a que la mente, con sus deseos, expectativas, exigencias, etc, se relaje; esto hace que la asana ocurra de forma natural, sin apenas esfuerzos.

  Cuando hemos puesto en marcha estas dos fuerzas en la práctica, el resultado es el equilibrio, el no esfuerzo, donde cuerpo y mente se vuelven flexibles, llegando a alcanzar lugares físicos, mentales y emocionales que antes no eramos capaces. De este modo, la práctica, igual que la vida,se vuelve sencilla:

                                                          hacer y dejar que se haga;
                                                 activar, respirar y permitir que ocurra.


Om Tat Sat Om


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