30 nov 2012

Meditación y estrés

La vida se mueve deprisa, avanza sin cesar y nosotros caminamos en medio de ella; a veces conseguimos caminar al mismo ritmo y otras veces no, nos cuesta seguirla y sentimos que nos supera, nos colapsamos, nos bloqueamos: solemos llamarlo ESTRÉS.
El estrés lo podemos definir como lo que sentimos cuando lo que tenemos que hacer supera nuestras capacidades.
Por si mismo, el estrés es necesario para mantener activo y alerta al organismo; en los animales, es una respuesta necesaria para permitir la huida o la lucha, y el Ser Humano es un animal. Sin embargo, nosotros solemos superar, y por mucho, esa necesidad del organismo.
La oferta de posibilidades de acción, compromisos, obligaciones, responsabilidades, diversión, entretenimiento y demás es muy amplia y variada. Se nos estimula y prepara desde pequeños para participar de todo ello, bajo el lema de que si no, no estamos dentro de la sociedad, estamos fuera del grupo (entendiendo como grupo la sociedad, familia, amigos, compañeros de trabajo y ocio...).
El estrés aparece cuando, en muchas ocasiones, sin darnos cuenta nos metemos de lleno en esta vorágine y empezamos a mover la rueda de la vida terrenal.
Hay muchas cosas de las que hacemos que no son necesarias, aunque creamos lo contrario. Lo que hacemos suele estar basado en la ética, moral, creencias, pensamientos y tradiciones sociales, familiares y personales que nos hacen creer que realmente tenemos que hacer una cosa u otra.

La vida material se equilibra con la vida espiritual, como nos muestra el símbolo de la cruz:




  - la línea horizontal representa la vida material


 - la vida vertical es la vida espiritual y representa, a la vez, nuestra columna vertebral con sus distintos centros energéticos (chakras)





  Para salir de la vorágine en la que nos vemos inmersos hay que llevar la atención hacia el interior, desde donde podremos toma conciencia de qué es realmente necesario para nosotros y qué no, evaluando qué patrones, pensamientos, ideas, etc... nos son válidos y cuales vienen impuestos del exterior. De esta forma, iremos descargando y liberando cuerpo, mente y alma de esa pesada mochila que cuelga de nuestras espaldas a lo largo de la vida.


La meditación es una fantástica herramienta que nos permite hacer ese trabajo de introspección y re-evaluación de nosotros mismos, conectándonos con nuestra esencia más profunda, con lo que de verdad somos.


Para eliminar lo que nos incomoda fuera, primero hay que eliminar lo que nos incomoda dentro.
Una práctica diaria y periódica nos ayuda a vaciar esa mochila de forma gradual, a un ritmo que podemos sostener y tomando conciencia de cada paso que vamos dando.
Meditar, ampliar el espacio entre pensamiento y pensamiento, nos abre a un mundo de infinitas posibilidades, donde podemos llegar a realizar nuestros sueños más anhelados  y a vivir la vida que de verdad queremos vivir y no para la que nos han preparado.
Sin embargo, hay que recordar que la meditación es la heramienta y no el fin: meditar es una actitud constante y diaria, es un estado de permanente conciencia, 24 horas al dia. Utilizamos esta herramienta para re-conocernos y re-situarnos en la vida, en el mundo material y en nuestro eje central.
 Si estamos en la unión de las líneas de la cruz, en nuestro mundo interior, tendremos una vida material más rica, más plena y mucho menos estresante.